Varios clientes nos plantearon la necesidad de contar con un servicio que los asista ante un hecho o situación que les impida actuar personalmente, cuando se trata de realizar operaciones o trámites relacionados con sus sociedades patrimoniales.
Lo que nos interesa aprovechar la oportunidad para repasar brevemente algunos conceptos sucesorios. Casarse es crear un socio y un heredero.
Los padres y madres de familia y aún personas jóvenes como el del caso que relatamos, tienen el deber de informarse y conocer estas opciones, de modo de poder elegir las que más se ajusten a su situación presente y futura.
Elegir cómo estructurar nuestro patrimonio siempre fue importante, pero hoy es crucial, por eso hay que aprovechar el contexto.
Crear un fideicomiso les permite brindar acceso a todo o parte de sus activos, de manera de cuidar a sus seres queridos ante un fallecimiento o un divorcio.
Tanto para parejas que se divorcian como para los que siguen casados hasta la muerte, el matrimonio afecta su patrimonio y hay que entender cómo.
No todos los casos justifican un fideicomiso, ni todos los patrimonios toleran su costo. No todas las personalidades pueden convivir con tener su patrimonio bajo fideicomiso.
Nos basamos en nuestra opinión profesional y experiencia con cientos de familias latinoamericanas a las que hemos asesorado en todos estos años.
Lo que otros hacen en forma correcta, ordenada y con paciencia nosotros lo hacemos “a la nuestra”: al revés, caóticamente y buscando soluciones mágicas.
El formato de familia mutó mucho más rápido que su molde legal, y la ley se volvió insuficiente al no lograr contemplar una porción significativa de familias “reales” que no encajaban en el sistema legal.
Planificar correctamente es la mejor manera de evitar dramas familiares como el que vivió Ballesteros.